Un polígono industrial de nueva creación en un área periférica sin identidad, sin referencias y sin lenguaje; grandes vías de comunicación que atraviesan, dividen y modelan el paisaje contemporáneo; una parcela estrecha, alargada y entre medianeras. Tan solo las vistas lejanas que se tienen de ese paisaje ofrecen alguna expectativa interesante de relación con el exterior. El edificio alberga la sede del servicio de limpieza viaria de la ciudad. Los usos se agrupan en tres cuerpos legibles tanto en planta como en sección, generando una silueta escalonada descendente, desde lo más público de las oficinas junto al acceso hasta lo más privado como es el patio de maniobras trasero cerrado por una tapia. El entorno y la naturaleza mixta del programa incitan a proyectar el edificio de forma unitaria, integrando su carácter público en un sistema constructivo industrial. Un volumen opaco y rotundo ocupa en planta la totalidad del solar y afirma su presencia frente a la estructura heterogénea de los alrededores. Tan solo el paño de vidrio de las oficinas se abre en el gran vacío recortado del acceso para relacionarse con el paisaje a lo lejos. Dos patios de luz y de grava que no se aprecian desde el exterior organizan los recorridos desde el acceso y separan el bloque de oficinas del contenedor industrial, garantizando que las dos plantas de trabajo a modo de oficina-paisaje estén bañadas por luz natural y puedan ventilar a lo largo de todo el día.